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Yo hice el mundo en mi lengua castellana

miércoles, octubre 05, 2011

VIII. [Yo hice el mundo en mi lengua castellana]


Hoy estoy seguro que descubrí la vida en las palabras de aquellos hombres que hablaban a la puerta de la taberna con anchas sílabas de tierra. Solemnemente hablaban del trigo y de la lluvia, del vino y la cosecha. Sus palabras —ya mías— quedan en el recuerdo como paloma de luz en un revuelo.



Yo hice el mundo en mi lengua castellana
y aprendí el nombre exacto de las cosas
—madre, tierra, silencio,
hermano y compañía—,
supe entonces que sólo las palabras
eran de cuanto existe la medida.
El mundo se hizo en mí
a fuerza de palabras
y el verbo transformado en realidades
fue de pronto madera,
canción y sentimiento.
Nada quedaba fuera de los nombres,
las plantas se nombraban una a una,
los pájaros, el fruto de los árboles,
el nombre conseguido de los nombres.
Supe entonces que todo era ya mío,
que nada se escapaba a la palabra,
era entonces mi mundo
de luz y de esperanza.

Ramón García Mateos. Foto: Las afinidades electivas

(C) Ramón García Mateos
Territorio de la Ausencia
Voz: María García Esperón
Música: L. Einaudi
MMXI
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Hay que abrir el soneto a la alegría


No es más noble el soneto que la copla
ni más grave su voz entre algodones
de rimas consonantes desdobladas.
Y miente quien afirme esa falacia.

El soneto es el rey de los decires,
                                                 es verdad,
mas la copla es pasión y sentimiento
volando libremente hacia la nada,
abriéndose en canción, grito, paisaje,

dejándonos la voz entrecortada.
Hay que abrir el soneto a la alegría,
hay que hacerlo brotar de entre la espuma,

hay que girarlo en copla y en simiente
porque...
 como campo de amores 
 cantar de amigo 
 y en tu boca la copla 
 ya ha florecido.


(C) Ramón García Mateos
Lo traigo andado
Voz: María García Esperón
Música: Nana, Paco de Lucía
2011
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Poética


Lo convierto todo en un poema
y trasmuto la vida en las palabras
y descubro algún verso en cada esquina.
¿Acaso soy palabra frente al mundo?
Y el amor se transforma en caracola
y la muerte en semilla de centeno
y el recuerdo en dolor amortajado.
¿Qué es anterior, palabra o sentimiento?
No quiero ser poema, yo no quiero,
ni ser tampoco un verso bien medido,
ni siquiera metáfora perfecta.
Sólo ser hombre en quien palpite el tiempo,
me basta con ser hombre si me quieres,
mujer a quien escribo este poema.

(c) Ramón García Mateos


Como otros tienen una patria, 2007
X Premio de Poesía Ciudad de Salamanca

En la voz de: Joaquín de la Buelga

Realización vídeo: Alejandra Moglia
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Como quieres que olvide si no puedo



Cómo quieres que olvide si no puedo
vencer este sabor de nuez amarga,
este sabor de hierro y de metralla
que rasga el velo añil de los recuerdos.

Cómo quieres que olvide si no puedo
sumar nogal y pozo y luz del alba
—el calor de la lumbre: leña y brasa—
huérfano ya de infancia y tierra y miedo.

Apenas nada pervive entre mis manos:
el invierno y un niño y el prodigio
del carámbano herido en los cristales.

No me dejes tan hondo y desolado,
ebrio de compasión y sin destino:
basta un beso, mi amor, cruzando el aire.


(C) Ramón García Mateos
Poema del cuerpo y el abismo
Voz: María García Esperón
Música: L. Einaudi
MMXI
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Mientras irreverente el agua






Mientras irreverente el agua impide las procesiones en Sevilla —inútil tragedia adornada con
       lágrimas gentiles— y un joven costalero desespera su soledad ante las cámaras, en
       este viernes santo de lirios y azucenas me arrodillo ante ti:
beso dulcemente los pies como palomas, tus pies donde comienza el vértigo adormecido del
       deseo, el ascenso hacia la canción de alminar y amanecida, como jacintos los dedos
       de aljibe en agua clara,
agua clara mis besos, saliva para lavar la piel y la memoria, lavo tus pies como María de
       Magdala, agua de rosas y aroma de azoguejo, mil olores como palomas amarradas a
       la agonía del corazón, saliva y besos para ungir tus pies con mi delirio,
delirio de cal, tobillos pavonados en imagen de escarcha, hiriente filo de la muerte, blanca la
      muerte, ciega la manzana que perfilan tus huesos y mis labios recrean, delirio de cal,
      perfume de jengibre,
raíz amarga, raíz que asciende por tus piernas, camino y tregua en busca de una rosa, nómada entre la
      arena, tuareg de los desiertos, punzón de agua que se clava en la arena, agua sin
      cauce para regar la rosa, para regar el tiempo,
el tiempo, galán de tafilete, es un reloj dibujado en tus rodillas, reloj de sol, clepsidra y agua,
reloj de sangre, quiero dar cuerda a ese reloj para que cante las horas que te amo —
tic-tac—, las horas y los días —tic-tac—, amante con cadenas, esfera del ocaso y
luz de seda,
     la seda de los muslos cubre el rostro de mi ansia de ti, ansia y espejo, como verónica que en
medio del albero quiebra al toro, mi rostro cubierto por la seda, tus muslos susurran
en mi oído, ay, por el arco de Elvira quiero verte pasar, para beber tu nombre y
ponerme a llorar, por el arco de Elvira,
     por el arco que abre las puertas de mi nombre, que abre las puertas de la noche en la ciudad
del aire, ojivas son las ingles, arco y madera de cerezo, para la redención madera,
viernes santo en Sevilla, cirios borrados por el agua, plaza de Santa Cruz y de
rodillas,
     de rodillas, sólo ante ti yo de rodillas en este vía crucis de pasión, mi amor, mi cruz de mayo,
cruz donde clavar la tarde y mi deseo, con lirios y azucenas, mientras junto al
Guadalquivir la lluvia deshoja lágrimas de cera y yo cruzo la puerta que se abre,
última estación, sagrario y cielo.


(C) Ramón García Mateos
Voz: María García Esperón
Música: Oración. Manolo Sanlúcar
MMXI
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Aunque camine sin rumbo


Aunque camine sin rumbo por el prólogo inquietante de un deseo, por el prefacio inútil de los años que uno tras otro inevitables pasan,
aunque atónito me pierda en el acorde culpable de un relámpago, en el relincho impuro de un caballo en celo,
aunque cubra mi soledad desamparada con el hábito azul de las certezas, con la curva orgullosa donde se oculta el alma de los dioses,
aunque tapie el vacío de lo cóncavo con el miedo infantil de lo convexo,
aunque me venza tantas veces el cansancio,
yo sé quien soy,
yo sé quien soy y sé de donde vengo.

Mis antepasados sembraron el camino e hicieron del adobe hogar y amparo, luz del carburo, esperanza del hambre, mis antepasados inventaron la vía láctea y la ternura, el hierro y la canción en flor de espiga,
esos muertos míos que contemplan mi rostro testaron para mí su sufrimiento, el sudor y el arado, el corazón atravesado por gemidos sacrílegos, el calvario del pobre sin pan y sin historia,
aquellos hombres labraron mi conciencia, amasaron mi carne con manos amorosas, manos de mujeres de eternidad y luto, manos de madre, de arcilla, de tormento,
mis ojos son reflejo de sus ojos, mi pan producto de su hambre, mis palabras el grito de sus labios,
mis antepasados, muertos míos, hombres de lumbre y carámbano y dolor,
yo sé quien soy,
yo sé quien soy y sé cual es mi sitio.

La memoria es el territorio de la ausencia, memoria para tejer el lino y la sarga donde duerme el recuerdo, ausencia y humo, piel y escalofrío,
mi memoria se viste de pretérito para hablarme al oído, muy bajo, un bisbiseo,
la memoria es la brasa, es el carro, es la lanza, piedra que golpea sobre el vértigo de este vivir a rastras, la dignidad de quienes no tuvieron otra cosa que su orgullo y su pena,
mi memoria es la llave para abrir el lugar que a mí me toca, el sitio donde clavar los pies y resistir los envites astados del olvido,
mi memoria es de sangre, roja como la sangre, como la sangre roja, mi memoria, mi sitio,
yo sé quien soy,
yo sé quien soy y sé porqué yo escribo.

Para grabar con tinta incandescente -caligrafía indeleble que mana del espanto- la palabra justicia sobre el vientre de los poderosos, sobre el aterido aguijón del alacrán, sobre la frente añil de la ignominia,
para arropar mi soledad con frazadas de sílabas, palabras para tapar la oquedad aristada del invierno, frío en el corazón, palabra y lumbre, fuego para derretir los hielos de diciembre, solsticio en el alma, ay, una manta que cubra mi pobre desamparo,
escribo contra el silencio y la amnesia y el alivio sepulcral de los vencidos, contra la mirada tangente del centauro, contra el gesto otoñal del humillado, contra la luz cenital de las verdades, contra la hiel derramada de los patriarcas,
sí, piedra y lignito, barreno y honda, para vencer el peso insalvable de la muerte, esa muerte pequeña que baja las escaleras a mi lado, que bebe de mi copa, que fuma mis cigarros, frente a la muerte escribo para salvar de sus huellas mi camisa,
contigo, con tus besos, con tu dulce corazón y flor de mayo, a tu lado, contigo, para ti, para todos los que saben del llanto y las ortigas, fermento y cal, de la llanura interminable del deseo, para ti, para ellos, mis versos, mis entrañas, mis caricias, mis manos,
yo sé quien soy,
yo sé quien soy, nadie se llame a engaño.


Ramón García Mateos y Joaquín De la Buelga
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Dos voces dos continentes un poeta

RAMÓN GARCÍA MATEOS JOAQUÍN DE LA BUELGA MARÍA GARCÍA ESPERÓN